La violencia provocada por Sendero Luminoso y el MRTA afectó profundamente la vida del país desde 1980 y durante aproximadamente quince años. Los empresarios mineros la conocieron temprano; fueron ellos quienes primero tuvieron que afrontarla, desde que los subversivos empezaron a asaltar a sus instalaciones para conseguir una parte significativa de sus materiales explosivos. Desde los primeros años de la década de los ochenta las incursiones armadas, los robos y los asesinatos en los campamentos mineros estuvieron a la orden del día. Las minas de Ayacucho y del centro del país fueron el principal escenario de estas correrías. Años más tarde la presión subversiva, sobre todo senderista, llegó a la costa rural y a Lima. Los últimos años de la década pasada y los primeros de la actual fueron testigos de un incesante crecimiento terrorista en estos espacios. Sendero Luminoso proclamó por ese entonces que había alcanzado equilibrio estratégico de fuerzas con el Estado peruano. (Extracto presentación).